La Real Hermandad de Jesús Nazareno    

La Hermandad de Jesús Nazareno fue fundada el mes de marzo de 1903 como una hermandad de devotos de Jesús Nazareno, con la finalidad de dar escolta a la imagen de Jesús Nazareno. Su promotor y fundador fue Ramón Salas Ricomá, que, entre otros, contó con el apoyo de los miembros de la primera Junta Directiva, formada por los señores Ramón Argilaga, Luís Arís, José Camarero, Francisco de Paula Canals, Fernando Cervera, Andrés Henríquez, Pedro Llort, Manuel de Peñarrubia, José Potau, Félix Ribas y Esteban Vendrell.

La fundación de la nueva entidad responde a una prueba de amor. El amor que Tecla Ricomá Rufí inculcó a su hijo por la imagen de Jesús Nazareno, el mismo amor que le llevó a ella, cuando contaba tan solo 9 años, a implorar por la salvación de la imagen de Jesús Nazareno conservada en el Convento de San Francisco, que iba a ser destruida durante los movimientos antirreligiosos que se originaron con motivo de la desamortización de los bienes eclesiásticos el año 1835. El amor de Ramón Salas, que se convertía en dolor al ver que su estimada y venerada imagen carecía del acompañamiento permanente que se merecía en los desfiles de la Semana Santa tarraconense, ya que desde el año 1815 en que fue tallada, el paso de “Cristo con la cruz” había participado en la procesión del Santo Entierro escoltado por diferentes gremios y colectivos de la ciudad.

Así pues, en el año 1903 nace la entidad y, aunque tuvo poco tiempo para organizarse, los nazarenos ya participaron en la procesión del Viernes Santo una vez obtenida la autorización del entonces arzobispo de Tarragona, Dr. Tomàs Costa Fornaguera. Desde entonces, y en el transcurso de los años, la vida social y cultural de la Hermandad ha sido rica en aportaciones a la ciudad y a la Semana Santa tarraconense, y se ha convertido en una de las entidades con más peso especifico, tanto por el número de socios como por las actividades culturales y sociales que realiza. Los conciertos, exposiciones, charlas, coloquios y otros actos reúnen en cada ocasión un importante número de asistentes que dan fe de su importancia. A la lista de actividades, hay que añadir la edición anual del Programa, publicación apreciada tanto por bibliófilos como por profanos, amantes de las publicaciones tarraconenses en general y de la Semana Santa en particular, la cual ha marcado un cierto estilo, convirtiéndose en un modelo en este tipo de publicaciones en Tarragona. Su trayectoria ha contribuido para que, con motivo de la celebración de su centenario, el Ayuntamiento de Tarragona le otorgase la medalla de plata de la ciudad y diera el nombre de la Entidad a la plaza que está detrás de la iglesia de Sant Miquel del Pla.

Cien años después de su fundación, la Hermandad contaba con 1300 asociados repartidos entre socios de número, sección de Marías del Calvario (integrada por las asociadas) y la sección de aspirantes (menores de 16 años). En el seno de la Entidad, hubo otra sección tan antigua y estimada como la propia Hermandad: “El Montepí”, el cual habida cuenta los cambios experimentados por la sociedad y la nueva normativa, acordó su disolución el año 2008. A parte de estas secciones, hay otros colectivos de hermanos y aspirantes voluntarios, como son el coro de aspirantes, la banda de cornetas, tamboresy gaitas y el grupo de “portantes”, este último dividido a su vez en tres grupos: portantes del Santo Cristo, del paso a hombros y de los pasos a ruedas. Estos colectivos suman aproximadamente 140 personas entre hermanos y aspirantes.

El local social de la Hermandad está situado en la calle Girona, en uno de los bajos de la conocida “Casa Salas”, edificada el año 1907, sin duda alguna uno de los edificios más singulares de la Rambla, con la particularidad añadida que fue diseñada por el fundador de la Hermandad. El hecho de poder disfrutar de un local propio, legado por Dña. Dolors Salas Ricomá en recuerdo de su hermano, ha significado un punto de vital importancia que ha permitido conservar las imágenes del paso fundacional y del resto de los elementos patrimoniales (excluyendo los pasos depositados hasta 1993 en la “Casa del Degà”, en la calle Escrivanies Velles).

El patrimonio valioso de la entidad, a parte de la propia historia, que sin duda lo es, està integrado por los pasos de “Jesús Nazareno”, del año 1907; “El Cirineo o primera caída”, del 1930, y “Jesús es despojado de sus vestiduras”, del 1961, todas ellas obras escultóricas de importante relieve artístico realizadas por escultores de prestigio. Desde el año 1993 los pasos están ubicados en la Iglesia de Sant Miquel del Pla.

El diseño de la vestimenta y el escudo de la Hermandad, se deben a Ramón Salas, el cual concibió un hàbito de estilo sobrio, de color negro, con peto y capuz de terciopelo del mismo color, complementado con un cíngulo rojo atado a la cintura y una cruz del mismo color sobre el pecho. Posteriormente, la cruz fue substituida por una medalla redonda que reproducía el escudo de la Hermandad, sujeta al cuello con un cordón también de color rojo. La medalla de la entidad es de color dorado (metálico), con una orla trebolada en el centro de la cual está inscrita una cruz esmaltada en rojo y flanqueada por las letras «h» y «n». A partir del año 1914 se le añadió la corona «real» al otorgar tal atributo el rey Alfonso XIII. El último elemento que completa la vestimenta son los guantes, blancos para los aspirantes y negros para el resto de los miembros.

Con el tiempo se han ido añadiendo otros colores en las hileras de la Hermandad. Los cordones de la medalla de color amarillo dan a entender que la persona que la lleva o bien ha sido presidente de la Hermandad o bien es miembro de la directiva. El peto y el capuz de color dorado es el distintivo de la sección de Marías del Calvario. El peto de color blanco identifica a los componentes del coro de aspirantes.

Para terminar este breve resumen sobre la Hermandad, queremos hacer mención a la celebración de “la diada de la Hermandad” y del “día del aspirante”, actos festivos que anualmente sirven para reunir un buen número de socios y amigos y homenajear a algún miembro de la entidad.